Hay quienes compulsivamente tienden a la elucidación de pequeñas interrogantes −el signo de la verdad sobre ellas no altera en nada sus vidas, pero ellos continúan queriendo saber−. Así, con una obstinada fe, hay individuos que han buscado la gravedad y la gracia en mis escrituras. Para ellos, esta colección es, entonces, algo más grave que un fraude. Sin embargo, el título de esta reunión de trozos escriturales no proviene de una expropiación de esas dos energías fundamentales −mucho menos de su arrogación en el hipotético sujeto de esas escrituras−. El título se monta sobre el afán de un muy diminuto homenaje a una obra, ciertamente olvidada, de una filósofa que con su escritura y su propia gracia −ese dar a pesar de sí− alteró, en más de un sentido, el curso de mis intereses, afectos e inquietudes (no solo filosóficas). Ella es Simone Weil (París, 3 de febrero de 1909 - Ashford, 24 de Agosto de 1943).
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