martes, junio 06, 2006

Helene Smith

Helene Smith

Decidí matizar las entregas de simulación filosófica con el calor de una vieja sister del deep soul. Hoy por hoy todo lo que escucho proviene de esas filas, las cuartas divisiones del soul. Es probablemente un modo de hacer frente a los descensos de temperatura, de compensar un inevitable estado de desapego afectivo, o de sublimar la pulsion libidinal. No lo sé, de todos modos el soul, en dos variaciones fundamentalmente (deep soul y northern soul), se viene tomando mis reproductores de audio hace ya tiempo considerable. Black Power! Black is Beautiful!

*Nota Helene Smith editó tan solo un LP, lo demás fueron alrededor de 15 Ep's dificiles de adquirir. Fue la primera mujer grabada por Willie Clarke y Johnny Pearsall.

Van dos canciones que marcan casi todo su semblante:

** "Willing and Able" (de 1964, cuando ya había algo de madurez en su registro)

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** "You Got to be a Man" (de 1968, que marca y anuncia toda la potencialidad de su etapa tardía)

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sábado, junio 03, 2006

Hablo.


1. La posibilidad de un habla fundada en un “hablo" es el inconveniente radical del discurso, de las pretensiones modernas llamar a algo Sujeto, de la representación. “Hablo” tuerce la palabra a su autorreferencia (la palabra sola, ilimitada) en ese espolón la palabra se libera de la representación y el discurso salta a su muerte, “hablo” no es ya discurso “ni comunicación de un sentido, sino exposición del lenguaje en su ser bruto, pura exterioridad desplegada”[1]. El mínimo gesto que levanta polvo, el inconveniente-verbo que se manifiesta y desata un abanico de interrogantes. El verbo patalea solo derramándose entre un vacío que es la infinitud del lenguaje.
2. La literatura introduce este asalto del “afuera”, “El lenguaje –dice Foucault- escapa al modo de ser del discurso –es decir, a la dinastía de la representación-, y la palabra literaria se desarrolla a partir de sí misma, formando una red en la que cada punto, distinto de los demás, a distancia incluso de los más próximos, se sitúa por relación a todos los otros en un espacio que los contiene y los separa al mismo tiempo”[2]. El lenguaje funda su infinitud pero también su vacío, su derramamiento pero también su distancia, y trama su asalto a esa pretendida interioridad en el acontecimiento inocente del verbo. La remitencia de la palabra a la palabra aleja a esta de aquella radicalmente. Hablo-Cavo la apertura que pone al descubierto el propio ser del lenguaje.
La inmanencia de la literatura no está en identificarse consigo mismo, paradójicamente es el alejarse lo más posible de sí misma[3]. Aquél, el único ejercicio que devela el ser de la literatura (vacío en que se encuentra la red infinita de puntos distantes del lenguaje –esto evoca la desnudez del “hablo”– el ser como espacio vacío más aún que como lenguaje en su positividad). El ser retorna por múltiples caminos (que no existen), acontece desde afuera y sacude la costra de nuestra interioridad.

3. Su gesto: notificar la irrefutable ausencia del sujeto; crear el espacio (vacío) donde desplegarse –la distancia de la palabra a la palabra-.

4. Ya era una insinuación desmedida: “Hablo” no es “Pienso”, “pienso” certifica el estatuto del Yo. “Hablo” lo despedaza, “aleja, dispersa, borra esta existencia y no conserva de ella más que su emplazamiento vacío”[4]. La palabra de la palabra se debe al último hablante, a la muerte del último capaz de afirmarse como Sujeto que habla.

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[1] Foucault, Michel. “El Pensamiento del Afuera”, Pre-Textos, Valencia, 1997, Pág. 11
[2] Ibíd. Pág. 12
[3] Recordar a Cioran: “Por una de las usurpaciones más desafortunadas, la palabra se convierte en diva en un terreno en que debería pasar desapercibida”. [Cioran, E. M. Op. Cit. Pág. 49]
[4] Foucault, Michel. “El Pensamiento del Afuera”. Op. Cit. Pág. 14

jueves, junio 01, 2006

“Sólo hay que decir algo que pueda susurrarse al oído de un borracho o de un moribundo”
(Emile Cioran)

Abrir un campo afirmando la insensatez de la escritura ¿será la insensatez de anular la presencia?. La escritura afirma los excesos, tal como Mallarmé –una escritura que está siempre fuera de sí y que sin embargo se contiene- “es menos su exterior que la referencia a un afuera que no le concierne”[2]. La escritura es imposible, su despliegue coincide con la propia ausencia –jamás coincidirá consigo misma-.
Evitar los fantasmas de una escritura remisional es liberar la palabra de la dirección, incluso del libro (“El libro, astucia por medio de la cual la energía de escribir que se apoya sobre el discurso y se deja llevar por su inmensa continuidad para separarse de él, en el límite, es también la astucia del discurso que restituye a la cultura esta mutación que la amenaza, y la obra a la ausencia de libro.”[3]). Esta es la dimensión sacrificial (de nuestros fantasmas). La muerte de estos fantasmas, sin necesidad, precede el habitar en la obra. El libro debe perdurar para perecer verdaderamente, la batalla contra el libro es el intento por dar muerte al habla del libro “habla continua, sin intermitencia y sin vacío, habla de la realización lógica que ignora el azar, el juego, la risa.”[4]


2033

“De lo que sin embargo fue dicho,
la temprana borradura.
La huella
Condenada.
Muda.
…donde la mirada no posee ya
al objeto.
(De lo que fue realmente dicho
Pero voluntariamente
Oscurecido
Luego sepultado.)”

[E. Jabés, Relato]
[5]


Imaginar la materia de la palabra primera. Nueva palabra como fin de lo nombrado-poseído. Una escritura dispuesta a la realización del placer, deseante. La lengua de los marcos (no) expansivos de la nueva mirada. Guardar el deseo en el secreto índice de una relación.
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[2] Blanchot, Maurice. “La Ausencia del Libro, Nietzsche y la Escritura Fragmentaria”, Caldén, Buenos Aires, 1973, Pág. 27
[3] Ibíd. Pág. 28
[4] Ibíd. Pág. 47
[5] Jabés, Edmond. Citado en Forster, Ricardo “El Exilio de la Palabra. Ensayos en Torno a lo Judío”, ARCIS-Lom, Santiago, 1997, PP. 45-46