viernes, agosto 25, 2006

Houellebecq

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Posteando un viernes a las 22.24, ¡que cagada!. Encontré una entrevista a Houellebecq, quien es algo así como esa discreta mala conciencia que nos asalta de encanto, la obscenidad del primer mundo. Un generador de bestsellers con el cual no podemos sino simpatizar. Parte de las respuestas de la siguiente entrevista tienen mucho sentido cuando se las lee en casa mientras se piensa en la ausencia de panoramas para un viernes en la noche, joderos todos.

Top 5 Houellebecq:

1-"Las Particulas Elementales".

2-Escucha Schubert.

3-"La Posibilidad de una Isla".

4-Se caga en el Humanismo de Izquierdas.

5-Es un tremendo lector de Baudelaire.

(*) Los créditos de la entrevista tienen que buscarlos. Yo, ni idea.

Parece que La Posibilidad de una Isla es un verdadero éxito en Europa y tal vez lo sea en España...

Puedo decir que, desgraciadamente, he escrito un libro.

¿Puedes explicarte ?

Escribir es un modo de vida. Lo que quiero decir es que he tardado dos años en escribir esta novela. No he dejado de vivir completamente, aunque sí que he reducido bastante mi ámbito de vida. Digamos que la aplicación de un plan que nos separe de lo que escribimos, no es posible. Al escribir se produce una especie de hibridación entre tu mundo, tú mismo y lo que escribes, lo que pasa en tu novela, pero que luego vive por sí solo. Y dejas de vivir, y lo sientes.

Has contado que fue un encuentro con una periodista alemana, de donde surgió la idea de escribir esta novela...

Esto ocurrió, lo recuerdo muy bien, en el borde del lago Wan-See, cerca de Berlín. Yo estaba acompañado por mi perro Clemente, que probablemente no lo recuerde. Era una bonita mañana, fría. Llegó esa mujer, una periodista. Ella me dijo: «Te quería contar una pequeña historia».

No la interrumpí, ni la hice preguntas. Ella me dijo algo fantástico. Era una alemana seria -los alemanes suponen siempre que los franceses son unos falsos, y eso es verdad-. Como en el fondo no soy un mentiroso, escuché atentamente. Fue un momento fascinante y fuera del tiempo. Exclamó pausadamente: «En mi historia, usted está dentro de una cabina de teléfonos, después del fin del mundo». Así dedidí comenzar esta novela.

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Leyendo tu libro da la impresión de que estamos ante una novela de ciencia-ficción, ya que la clonación es sutema principal...

No me desagrada que se vea así, pero con una objección. Yo anticipo procesos científicos que podrían modificar nuestro futuro como especie, pero que, por otra parte, no son mucho más importantes que otros procesos de naturaleza religiosa que están en mi novela y que marcarán el futuro.

¿Estamos ante una novela de la Nueva Era?

No me he vuelto a ocupar de la Nueva Era desde que terminé Las Partículas Elementales. Las ideas de la Nueva Era parten de dos supuestos: la existencia de un espíritu dentro de cada persona y otro en el cosmos, que además trata de integrar. Yo no creo en ninguno de estos dos supuestos, y menos en la fusión de los mismos.
Por lo demás, las cuestiones de naturaleza espiritual no son importantes en esta novela.

Parece que algunos de tus personajes buscan, a través de la clonación, la inmortalidad.

Yo, como tú, no quiero morir. Eso es todo.
Soy positivista: creo en las leyes y creo en las entidades. No creo en el espíritu ni en la materia. Por otra parte, la metafísica está muerta y bien muerta.

Lo que sí reconocerás es que has escrito una novela apocalíptica...

Sí, en parte lo es... Es también una forma de defensa. Nos defendemos escribiendo. En realidad, no hemos mejorado desde Platón. El pasaje que yo cito en este libro (que pertenece a El Banquete), es muy bello: «Y así, dos seres pasan su vida juntos sin querer decirse eso que justamente espera el uno del otro».
Pensar que estamos partidos en dos mitades sangrantes que se buscan la una a la otra es realmente bello...
Platón, al refirirse al alma, trasciende el mito.


Hay ciertas similitudes estructurales, como el tratamiento del tiempo, la proyección utópica o alguna licencia entre tu novela y Un mundo Feliz, de Huxley que, por cierto, tuvo una tercera parte llamada La isla, ¿Te has inspirado en este autor?

No me he insipirado en ese libro para nada. Es la primera vez que lo oígo. Yo me referí a Un mundo Feliz en Las Partículas Elementales como a una novela francamente mediocre. Además, su Isla es un lugar geográfico, la mia es polisémica, en el sentido de que también es una posiblidad en el tiempo.

Parece que La Posibilidad de una Isla viene a confirmar el planteamiento de tu apreciado Augusto Comte, que sostenía que la religión del futuro sería científica.

Efectivamente, esa es la hipótesis de mi obra.
Al menos lo he vislumbrado hasta el punto de crear un libro sobre esa idea. No creo para nada que el hombre pueda liberarse de la necesidad de una religión, aunque a veces deseáramos que así fuera.
Es cierto que Comte ha marcado mi obra desde Las Particulas Elementales, pero debo decir que discrepo en algo esencial con su pensamiento. No creo que la inmortalidad carezca de importancia para el ser humano.

Antinori y otros cientificos cercanos a la secta raeliana dicen estar a punto de clonar al ser humano.

El problema no está en la mecánica de clonar, sino en mejorar los resultados, hasta ahora muy precarios...

Parece imposible clonar la conciencia, lo que salvas en tu novela con un sistema de traslación de memoria en los clonados que no da resultados totalmente óptimos.

Claro, no es nada fácil que eso sea posible. En realidad no sabemos mucho de cómo funciona el cerebro, lo que no permite que nos hagamos muchas ilusiones al respecto. Forma parte de la ficción.

¿Mantienes buenas relaciones con la secta raeliana? En tu novela el protagonista es uno de sus dirigentes con rasgos autobiográficos.

Mantengo relaciones bastante buenas. Tú que conoces bien mi obra sabes que en Lanzarote evoqué ya la existencia de una secta con esas características. Lo primero que me dijo el lugarteniente del grupo al conocerme fue: «acabo de terminar su novela Lanzarote y me he reído mucho».
De una parte ese hombre tenía buen gusto, aunque realmente es una novela divertida. De otra, manifestó respeto por mi libertad de expresión, al aceptar un travestimiento novelesco de su grupo. Por eso nuestra relación fue buena. Yo he tenido la impresión de que no me ocultaban nada.
No les dije que iba a escribir una novela sobre ellos. Por aquel entonces visité diversas sectas y realmente no tenía idea de que fuera a argumentar sobre ellas.

Si fuera posible, ¿te gustaría ser clonado?

Si te digo al verdad, yo no me he planteado seriamente esta cuestión. Creo que no será para mí, ya que no llego a tiempo y que en caso de hacerlo, poco o nada de mi personalidad quedaría.
En realidad es algo que no me preocupa, me da un poco igual.

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Pero en tu novela la clonación alimenta la esperanza.

La humanidad no se acostumbrará nunca a la muerte. En España, por ejemplo, he visto grandes carteles que anuncian los tanatorios. Una puesta en escena espectacular de la materialidad... Una manera de decir que es mejor terminar rápidamente, cuando eso es falso.
La idea de la inmortalidad es innata al hombre y jamás podrá ser superada. No la olvidaremos por mucho que evolucionemos.
Es verdad que actualmente estamos en una situación extraña: un amigo me decía que quizá seamos la última generación en morir. Yo creo que falta algo más que una generación para eso, pero es verdad que no hemos tenido mucha suerte, los de antes no creían que fueran a morir y los de después puede que lleguen a no morir, eso significa que hemos nacido en el momento inoportuno.

Leyendo tus obras da la impresión de que la decadencia se ha apoderado finalmente de Occidente...

Bueno, la palabra decadencia resulta simplificadora para el caso. Occidente es la gran fábrica de representaciones para el resto del mundo. El capitalismo es un invento occidental que está triunfando en el mundo poco a poco. El capitalismo no es un invento chino, lo que no quiere decir que a la larga los vencedores del capitalismo serán China y la India (Asia en general).

Tu polémica con el Islam pasó. Ahora afirmas que vislumbras el fin del monoteísmo, también en el caso islámico.

No creo que el Islam tenga mucho futuro a medio plazo. Sospecho que va a implotar en el interior de los países árabes, y que las mujeres jóvenes van a tener mucho que decir. Su sistema de vida se va a descomponer por la emergencia de otros comportamientos en las chicas. Yo, con el Islam, he dejado de tener problemas. No tenía ni idea de que en mi país no eras libre de decir que «El Islam es la religión más gilipollas». En realidad el Islam no me interesa nada. No cometí blasfemia, pero técnicamente no podían acusarme de otra cosa. Humillar a una creencia religiosa era delito y yo lo ignoraba.
Sin embargo, simpatizo con otros acusados de antiislamismo. Ellos sí se lo toman en serio.

Has dicho que tu novela constata la imposiblididad del budismo. Nietzsche sostenía la idea de que la religión más higiénica es el budismo...

El budismo es una religión que funciona. Yo he comprobado que funciona. En mi libro, sin embargo, no funciona porque los personajes prefieren desear y sufrir.
El budismo es interesante pero a mí no me concierne.
En estos momentos tengo la impresión de que es más importante esperar la muerte que resolver todos los problemas...
El budismo es potente y creo que está bien, pero en las religiones no pueden sacarte una foto.

También te ha sorprendido que del catolicismo no ha quedado nada en sociedades como Irlanda o España, donde has vivido.

Es evidente que el catolicismo está muerto. Las religiones monoteístas se hunden por sí solas, sin necesidad de que yo haga nada.
Voltaire decía: dejaremos este mundo tan estúpido y tan malo como lo hemos conocido. Estoy esencialmente de acuerdo con este momento de sinceridad de Voltaire, que era un intelectual comprometido.

Has escrito en tu libro que la Izquierda europea ha quedado reducida a una forma de antiracismo, es decir, a un «racismo antiblanco...».

Los progres son lamentablemente cristianos. Sé bien que ciertos franceses han colonizado Africa, pero yo no he colonizado nada en absoluto. Esas gilipolleces no me afectan ni creo que sean justificación de nada. Además, el capitalismo ha triunfado de todas maneras, y lo ha hecho más por errores de sus adversarios que por logros propios, ya que en realidad asistimos al triunfo de la ciencia y de la técnica que han transformado el mundo, no a la victoria de ninguna ideología capitalista. En este sentido, existe un serio peligro de que un nuevo ecologismo, por reacción, nos sumerga en el oscurantismo de los tontos.

¿Eres un provocador?

En absoluto. Digo lo que pienso sin pensar en lo que provocará.

Y mucho menos un escritor comprometido...

Si digo que ser un escritor comprometido no está de moda parece que yo sí quiero estar de moda, pero la verdad es que lo del escritor comprometido está pasado de moda desde hace mucho tiempo. Una vez pensábamos que las ideas políticas podían cambiar el mundo, y eso es una creencia que ha desaparecido totalmente, según he podido observar.
Sólo se conocen dos períodos breves de intelectuales comprometidos. El primero se da después de la Revolución Francesa y el segundo después de la Liberación.
El intelectual no comprometido es lo común en la Historia, el bicho raro es el intelectual comprometido.
A veces tengo la impresión de que yo no tengo nada que decir y resulta que esa sensación no es nada desagradable.

Se ha dicho que haces novela de ideas, es decir, que tratas cuestiones que están entre los debates de la época…

Me parece injusto que se diga eso. Es cierto que trato temas candentes pero mis personajes están totalmente vivos. El tema de las novelas es secundario, creo que lo principal es que los personajes parecen más reales que los seres humanos. Esa es la única cosa importante de mis novelas. De todas maneras, la hibridación entre quien escribe y sus personajes es muy fuerte, porque a menudo recuerdas mejor los personajes que has creado que los que has conocido. Escribir es un poco como actuar de Dios, ya que damos vida a los personajes. Sin embargo, Dios acabará siendo aplastado por la creación. Dios es como un renacuajo, en el sentido de que parece tener una capacidad de recreación ilimitada.

¿Crees que el amor es un acto biológico ?

No. En absoluto.

¿La posibilidad de una isla es al final la posibilidad del amor (l´amour...) ?

(Riéndose) ¿Quieres que hablemos de la muerte? (mort).

Algunos de nuestros amigos comentan que te has planteado seriamente el suicidio…

Yo soy contrario (Risas). Pero en fin, hay que probar. He ensayado quitar todo lo que resulta patético ante el suicidio porque me desagrada mucho la muerte. La realidad es muy simple: nadie quiere envejecer y nadie quiere morir, de la misma manera que a nadie le apetece tener parásitos en la piel.
No hay ninguna gran verdad filosófica detrás de esto.
Nadie quiere tener problemas de salud y la muerte no tiene ningún sentido. Una de las cosas más cansadas que hay que hacer en la vida es repetir tópicos.
Por el momento yo me resisto a la idea del suicidio pero la existencia es muy cansada y me pesa. Es muy divertido suponer que nos espera algo espiritual después de la muerte.
Puedes aguantar durante cinco, diez o quince años. Después, acabarás aceptando lo que sea. Además, quiero decir que si me muriera ahora no tendría grandes cosas de las que lamentarme.

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Pero habrá un lugar para la esperanza sin el cual es imposible hablar de tristeza…

Si no fuera agradable, al menos, por momentos, no nos merecería la pena llegar hasta el final. Por mucho que lo intentemos los novelistas, nuestro ego vuelve a salir a la superficie. Si yo tuviera alguna idea de felicidad la describiría en mi libro. Si yo la tuviera quizá estaría bien.
Creo que el sí mismo es una invención parasitaria, un concepto parasitario. Es algo que da vueltas como en un bucle... Lo que tampoco significa que proponga la lobotomía.
Es el dolor físico el que impide más la felicidad, porque con los demás dolores creo que podemos aplicar la teoría de no cuidar de ello, cosa que no funciona con el dolor físico.
Podríamos poner en práctica una estrategia de que el sí mismo no esté, pero no vale para el dolor, que es un gran obstáculo para la felicidad. Para el dolor físico existe la morfina, afortunadamente.
De todos modos, terminamos muriendo y por tanto es algo superfluo hablar de la muerte.

¿Cómo llevas la fama?

Cuando uno es una estrella ya no te queda mucho por hacer. Lo único que le queda a uno es la acción humanitaria.
Además, uno tiene que parecer muy simple, aparentar que lleva una vida muy normal, como si fuera un primer ministro. Ante todo, nada de actividad sexual, porque a la gente no le gustaría. Ser famoso es un sacerdocio.
De todos modos, pocas cosas pueden ocurrir puesto que la gente tiene miedo de ti. Cuando te haces famoso dejas de ser humano, o totalmente humano, te sacan de la humanidad. Eso es, al menos, lo que siento.
Es como vestir una película transparente. He conocido hace poco a la persona que había organizado la primera exposición de Andy Warhol. Él comprendió lo que era una estrella antes de que los demás lo comprendieran... Atravesó la exposición un poco ido repitiendo con feliz resignación la expresión: qué vida, qué vida, qué vida.

En otras obras te has mostrado muy crítico con la sociedad…

Lo que me choca es que después de algunos años invocamos más los miedos que la esperanza en la vida. Aunque, es verdad, que si uno observa el optimismo de los 50 esto no ha cambiado mucho. Así somos. Sospecho que vuelve esta idea absurda de que la naturaleza es buena. Una variante de religión en el fondo: Eso de que el mundo está bien organizado es una idea contra la que yo me sublevo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Con cariño: se agradece el cambio de tono del blog; el deseo por querer desacralizar algo que estaba en un lado (la escritura) para abrir su posibilidad a aspectos culturales. No quedaría ese sabor si en algunos textos no se repitiera, como quien prende velas a un santo, ese estilo que a estas alturas ya aparece como un tópico dentro de ciertos pensadores contemporáneos. De tanto Bataille, Blanchot...¿olvidamos a Marx?

Alfonso V. Delpolo dijo...

Quizás sería bueno hacer un blog atonal, que sea un fluido de los lugares que la escritura, el juego y el ocio convocan y provocan. No puedo prender las velas cuando éstas se derriten ante mi aliento (el fantasma que recorre "Perdiendo las Historias") ¿y por qué no olvidar a Marx? ¿Por que marx no estaría en ese olvido de Marx? .

Anónimo dijo...

luhmann es la felicidad.